Todos lloramos cuando el borracho de turno bota una botella de líquido vital (a.k.a. alcohol) en una fiesta, y donar una a la ciencia no suena mucho mejor, pero si del trato recibimos algunos diamantes de vuelta la situación se vuelve bastante más interesante.
Esto es lo que han conseguido científicos mexicanos, cuya investigación sobre la generación de diamantes microscópicos a partir de etanol al 40% y acetona les condujo a hacer una arriesgada apuesta: ¿Podremos utilizar algún líquido de composición similar al etanol para llevar a cabo el proceso? Luis Miguel Apátiga (uno de los investigadores) decidió responder esta duda al día siguiente comprando una pequeña botella de tequila blanco de bajo costo, que tiene más o menos la misma cantidad de alcohol y agua que su materia prima anterior.
Para sorpresa del equipo (o quizás ya se habían tomado el resto de la botella), su proceso convirtió el tequila en pequeños diamantes esféricos de entre 100 y 400 nanometros, que se fueron depositando en una capa uniforme y delgada de alta pureza, dureza y resistencia al calor, libre de los otros componentes del licor pues estos fueron vaporizados durante la transformación.
Aunque los diamantes obtenidos por este proceso difícilmente sirven para joyería, sus usos son amplios y van desde cubiertas para herramientas de corte hasta equipamiento óptico, y el equipo (ya sobrio) trabaja en la creación de diamantes con impurezas para su uso como semiconductores.
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